quinta-feira, 13 de novembro de 2008


Aprendí en Geografía que el Brasil estaba ubicado en el Occidente y que, por lo tanto, yo sería occidental. Seguí pensando así, ya que no tuve interés en el asunto. ¡Pues nada!, estar geográficamente en el Occidente no garantiza tal identidad: me he enterado de eso en una clase de Comparación Transcultural, en la que decía la profesora que el término “occidental” es usado para identificar sociedades ‘desarrolladas’ o ‘civilizadas’, no cualquier sociedad que esté ubicada en el Occidente. Esto conlleva algunas redefiniciones importantes.
Directamente hablando, según mi profesora, los pueblos indígenas no son occidentales; son pueblos ‘primitivos’. Esto me ha dejado muy sorprendido, por dos razones: primero porque yo mismo tengo orígenes indígenas y, por lo tanto, acababa de descubrir que, además de no ser occidental, también no era tan “civilizado” como pensaba que fuera…; después, porque tengo colegas en el master y doctorado que son indígenas mexicanos y, pues, me viene la siguiente cuestión: ¡si somos personas incivilizadas [o descendentes de], no podríamos ni pensar en estar en una universidad europea! O sea, volvemos a la teoría ultrapasadas del evolucionismo… Es una cosa, en mínimo, curiosa.

Indirectamente hablando, veo problemas en los conceptos trabajados en los estudios de género. Primero, porque los sistemas de algunos pueblos indígenas, que tienen/tenían tres géneros: el varón, la mujer y el andrógino, fueron tirados en la basura. Es decir, para casi nada son considerados en los estudios científicos.
Segundo, porque históricamente el concepto de hombría europea fue cuñándose en las culturas latinoamericanas, definiendo la identidad del varón como necesariamente heterosexual y como proveedor/jefe de familia nuclear, además de competitivo, fuerte, racional, etc. De esa manera, el “varón de verdad” sería aquél que lleva tales características encima.
Tercero, porque, en siendo este el modelo hegemónico de hombría, el varón latinoamericano tendría que reproducirlo tal y cual, cumpliendo las funciones de mano-de-obra disponible y de reproductor y proveedor de las nuevas generaciones. La mujer, a su vez, cumpliría las conocidas funciones de madre, ama de casa y esposa sumisa.
Hasta ahí, ninguna novedad. Pero, si consideramos que el varón latino no tenía un semejante poder económico que el del europeo, vemos que eso da origen a dos tipos de hombría: la “occidental-rica” y la “occidental-pobre”, copiada de la primera. En mi opinión, ellos dos son modelos dominantes, porque el varón pobre ejerce los mismos poderes de dominación que el rico ejerce sobre la mujer. Pero, solo el primero es hegemónico, porque el modelo occidental-rico, además de estar basado en el dominio hacía la mujer, también constituye una norma social heterosexualidad y proveeduría.
¿Dónde queda el sujeto homosexual? Pues, ¡en lugar ningún! Está al margen de las relaciones ‘oficiales’, ‘autorizadas’, heterosexuales, destinadas a la procreación. Es el revés de lo que ocurre en algunas culturas indígenas latinas, con el reconocimiento y valoración del sujeto andrógino.

Toni Martins

Nenhum comentário: